Señor de la Salud,
heme aquí frente a Ti,
con el deseo ferviente de abrirte mi corazón
y todo mi ser.
Vengo en busca de Tu gracia,
para encontrarme contigo,
para pedirte como muchos que actúes en mí,
que cures todas las enfermedades
que me hacen sufrir
que me hacen sufrir
y sanes todo lo malo que hay en mí…
Vengo para expresarte todo mi amor;
para agradecerte, con sinceridad
tu entrega en la cruz,
por mí y por todos nosotros.
Y así como permites
que el ángel recoja
en el cáliz tu sagrada sangre,
en el cáliz tu sagrada sangre,
permite que mi vida, enfermedades y dolencias
sean trasformadas por medio de ella.
Que el don maravilloso
de Tu ofrecimiento en la Eucaristía
limpie mi vida, mis pecados y todo mi ser
y libre de ellos me una
en el ofrecimiento sincero hecho por amor.
Por los méritos de tu pasión
transfórmame y guíame
y así poder unirme
en el Misterio de Tu muerte y resurrección.
Concédeme Señor de la Salud
el don del arrepentimiento sincero
el deseo de la vivencia en el amor
y el perdón que tú nos enseña.
Brinda a mi corazón la gracia
de descubrirte presente
en todas las personas, especialmente
en las más desprotegidas y enfermas.
en todas las personas, especialmente
en las más desprotegidas y enfermas.
Señor de la salud
hoy coloco en tus benditas manos
a mis familiares y amigos enfermos,
míralos con bondad y
fortalécelos en la enfermedad.
fortalécelos en la enfermedad.
(Una breve pausa de silencio).
Señor Jesucristo
te entrego mi vida y mis trabajos
te entrego mi vida y mis trabajos
para que reines en ellos,
vengo a Ti, seguro que solo Tú,
tienes palabras de vida eterna.
Señor de la Salud,
en Ti esta puesta mi esperanza
y mi existencia,
y mi existencia,
hoy me consagro únicamente
a tu santa voluntad,
a tu santa voluntad,
para llevar toda mi vida
bajo la luz de tu espíritu
bajo la luz de tu espíritu
y así al final del camino,
entregarme en los brazos del Padre
y vivir eternamente unidos en el amor.
Señor de la Salud,
con la gracia que me das
desde el bautismo
desde el bautismo
me comprometo a ser discípulo y misionero,
entre mis hermanos.
Que Tu espíritu me acompañe y me guie
todos los días de mi vida.
María Madre del Redentor
y fortaleza al pie de la cruz,
presenta esta consagración
a nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
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